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La historia de Salomé alcanza su clímax cuando su madre, Herodías, enfurecida por las condenas públicas de Juan el Bautista sobre su matrimonio ilegítimo, ve la oportunidad de vengarse. En el cumpleaños de Herodes Antipas, Salomé realiza una danza frente a los invitados del rey.
Como madre y seguidora de Jesús, la Salomé mencionada en la Biblia nos muestra el poder de la fe y la importancia del apoyo familiar en el ministerio de Jesús. Ella fue testigo de los milagros de Jesús y compartió el camino de la cruz junto a sus hijos.
Salomé era la esposa de Zebedeo y la madre de Juan y Jacobo. Esto se puede observar al comparar Marcos 15:40 con Mateo 27:56. Marcos menciona a Salomé como una de las mujeres presentes en el entierro de Jesús.
Salomé tuvo una buena vida con algunos giros inesperados en el camino. Pudo haberse enojado cuando sus hijos dejaron el negocio familiar, pero, obviamente, los apoyó. Tampoco el enojo arruinó su fe cuando Jesús redirigió sus deseos alejándolos de la grandeza para sus hijos.
La Salomé justa era la esposa de Zebedeo (Mateo 27:56), madre de los discípulos Jacobo y Juan, y seguidora de Jesús. Esta Salomé fue la que se acercó a Jesús con la petición de que sus hijos se sentaran en lugares de honor en el reino (Mateo 20:20-21).
Es plausible, según los eruditos, que la tumba originalmente albergara los restos de una mujer judía llamada Salomé; con el tiempo, esto habría llevado a los fieles a identificarla con la tumba...
En la Biblia, Salomé es mencionada en los evangelios de Marcos y Mateo como una mujer que danza para Herodes Antipas durante su cumpleaños. Como recompensa, Herodes le promete concederle cualquier deseo que ella solicite.