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Como se ha dicho, San Francisco se industriaba para ocultar sus llagas santísimas, andando siempre con los pies calzados y las manos vendadas; pero no pudo evitar que muchos de los frailes y de diferentes maneras se diesen cuenta de ellas, y especialmente de la del costado, que con mayor diligencia quería encubrir.
Los estudios que se le han dedicado destacan sus versos cortos y su renuncia a la rima, además de su “conceptismo interior” –en palabras de Leo Spitzer -, o, muy especialmente, la forma en que ahonda en el sentimiento amoroso, pues en su obra este da plenitud y sentido a la vida, y no sufrimiento.
Después de intensas oraciones, entonces en un trance profundo —según relato de San Buenaventura— [60] supuestamente se le presentó un serafín rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente, sus hermanos vieron los estigmas de Francisco, que él conservó por el resto de su vida. [61]
Estudiaremos en detalle los símbolos del Cántico en un segundo capítulo y los reagruparemos alrededor de seis temas fundamentales: la Tierra, el Aire, el Agua, el Fuego, la Luna y el Sol. Aplicaremos a continuación estos símbolos a las tres vías fundamentales: la vía de acción, la vía de devoción y la vía de conocimiento.
Desde las letras cargadas de fuerza y rebelión de Edith Piaf hasta las versiones marchosas de Kate Ryan, pasando por la literatura de Mylène Farmer o Alizée, éstas son sólo algunas de las canciones francesas más famosas de la historia y que han dado la vuelta al mundo. ¡Dale al play!
En primer lugar, cerca de la orilla, estaban los peces pequeños; después se hallaban los medianos, y más adentro, donde el agua era más profunda, estaban los mayores. Dispuestos en este orden los peces, comenzó a predicar San Antonio de esta manera:
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